De tanto hacer por parte de algunos olas a determinados personajes, metodologías, dotar de un valor a las redes que no tienen o, simplemente, ser amantes del trinque fácil, ahora nos encontramos con un grave problema. No es solo el desprestigio o el sesgo que suponen para la profesión determinadas declaraciones. Se trata de que, por lo visto, estamos inculcando a los que quieren entrar en docencia de una visión muy sesgada del asunto. Es que vender ilusiones y espectáculo en una época en la que la clave es el número de seguidores que se tienen o, la pasta rápida y sin esfuerzo que uno saque, ya dice mucho del modelo que se está instaurando en nuestra sociedad.

Fuente: https://3ymedia.net

Ayer, sin ir más lejos, recibí un correo electrónico de un estudiante de Magisterio que me preguntó cómo conseguir seguidores en Twitter y, por qué no me estaba "forrando" con la cantidad de visitas al blog. Quería, por lo visto, una receta para visibilizarse porque, según él, consideraba que la parte importante de la docencia era lo que se veía en los medios. Cuánto daño están haciendo determinados personajes. Cuánto daño están haciendo entidades muy poco educativas que, con sus grandísimos fondos, están pervirtiendo la educación para convertirla en un triste espectáculo. Un espectáculo, por cierto, cada vez más bufo y burdo.

Ya tenemos futuros docentes cuyo objetivo es largarse del aula y trincar haciendo cosas que no tienen nada que ver con la mejora educativa. Que uno tenga tropecientos mil seguidores en una red social no es indicativo de su calidad como profesional de la docencia. Lo mismo por el hecho de tener o no blog. Tampoco está relacionada la cantidad de ponencias que se le ofrecen ni, últimamente, la cantidad de cursos de formación para los que se le contrata, con su valía delante de un grupo de alumnos heterogéneos. El modelo youtuber se ha instaurado a fuego en la educación. Lo efímero, la necesidad de conseguir fama y, ese superego tan acusado que algunos tienen, está surgiendo cual setas en buena temporada. Hay qué joderse. Cuando lo de dar clase se convierte para algunos en un objetivo, con suerte, secundario, es que ya la deriva es excesiva.

Lo cierto es que me preocupa el correo. No es el primero que recibo para pedirme consejos para aumentar la visibilidad. Tampoco creo que vaya a ser el último porque, al final, lo que nos están vendiendo es que hay una forma muy fácil de ganar pasta haciendo ciertas cosas. Si os pasáis por Twitter (lo digo por ser la red en la que más interactúo) os daréis cuenta al poco de lo que está pasando. Y lo que está sucediendo tiene mucho que ver con la conversión de la educación en agrupaciones sectarias, mesías que solo ansían huir del aula o, simplemente, evangelizadores que, sin haberla pisado nunca, se dedican a decir qué podría mejorarse en la misma. Es serio el tema. Muy serio.

Cuando descubres que el objetivo para muchos es ser el próximo César Bona, te planteas que hay algo que huele muy mal. Y no es, precisamente, César Bona.